martes, 29 de mayo de 2012

Rainy my heart I




Me desperté y estaba de nuevo solo en aquella cama que tantas veces había sido refugio de mis pasiones, aunque no pueda llamarlas así ya que tan solo fueron encuentros del momento, encuentros que buscaban llenar aquel vacío imposible de llenar. Eran más de las diez de la mañana y yo seguía con sueño, como si no hubiera dormido en días. Me saqué el pijama con paciencia para meterme a la ducha y en cuanto sentí las primeras gotas frías, las lágrimas, si pedir permiso comenzaba a escaparse de mis ojos, mi mente comenzaba a jugarme en contra, a recordar su figura, sus ojos, sus labios, al recordármelo.


Mi cuerpo se estremecía con el hecho de pensar en él, ¿dónde podría estar? ¿Por qué se fue dejándome sin una maldita explicación? La verdad quería odiarlo, debía odiarlo pero no podía, o tal vez no quería. Desde que él se fue hace ya tres años, mis días se volvieron rutinarios, prefería llenar toda mi agenda de trabajos, para no tener ni un minuto libre para pensar en Yoo…Yoo..Chun, me es hasta difícil pronunciar su nombre, hasta el mínimo recuerdo me duele como si fuera ayer cuando se fue.


Nunca pensé enamorarme de un hombre, y no es que no acepte el hecho de que yo también lo sea, y este mal en hacerlo, si no que nunca pensé enamorarme de alguien como él. Lo conocí en el bar, mientras tocaba el piano, y entonaba con esa gruesa y suave voz, esa melodía que después sería mí melodía. Desde el momento que lo vi y nuestros ojos se cruzaron, mi mundo comenzó a verse de otra manera, no me fue fácil acercarme, ni siquiera puede saludarlo o decirle quien rayos era. ”Hola me llamo Junsu”, no eran tan difícil decirlo, sin embargo mi boca no soltaba ningún sonido, él fue quien dio el primer paso, “Mucho gusto, soy Yoochun, desde hoy trabajo aquí tocando el piano, tu ¿eres Junsu verdad?, los demás me han dicho que tocas la guitarra como un dios”.


¿Cómo podría pensar el que soy un dios? Si soy una cosa tan insignificante a su lado. Desde ese día nos hicimos amigos, podía confiar ciegamente en él, podría tirarme desde el quinto piso y sabía que estaría abajo sosteniéndome. Pronto llegamos a ser uno solo, el sentimiento que nos unía no podía explicarlo, me sentía bien, seguro, amado a su lado. La primera vez que nos besamos fue en mi departamento, después de un largo día en el trabajo, estaba realmente agotado, no había comido en días por el estrés, y el cansancio estaba vengándose de mí, él me acompañó hasta la puerta, quise entrar rápidamente para poder recostarme en la cama y recuperar aquel sueño que había perdido, sin embargo tropecé con mis propios pies, y fui a dar al piso, golpeándome el rostro y los brazos, él en menos de un segundo ya estaba a mi lado, muy asustado, con los ojos dilatados, preguntándome si me encontraba bien, me ayudo a levantarme y me llevó hasta el sillón, allí me dijo “estás sangrando déjame curarte”, se dirigió al baño buscando e botiquín, pues de tantas veces que había estado en mi departamento ya conocía perfectamente el lugar de cada cosa. En pocos minutos volvió, se sentó a mi lado, y con un pequeño algodón, comenzó a limpiar aquella herida de mi boca que me hice al impactar contra el piso. Pude sentir la calidez de su mano al tocar mi rostro, como delicadamente buscaba la manera de no hacerme daño, y de pronto, nuestras caras se acercaron, el ya no miraba la herida, miraba mis ojos, y yo miraba los suyos, y en ese segundo perdido pude sentir el roce de sus labios, y yo sin decir media palabra, di permiso a que comenzara aquella delicia, nuestros alientos se mezclaron, su besos eran para mí tan necesarios como el aire, comenzaba a volverse adictivo.


Desde ese momento comenzó aquella maravillosa historia que nunca creí que llegara tan rápido a su fin. El día de mi cumpleaños, estuvo junto a mí todo el día, desperté a su lado y me acosté con él, fue sin duda el día más maravilloso que pudimos tener, sin embargo al terminarlo fue el más doloroso. Los rayos del sol traspasaban la ventana iluminando mi rostro, y como acto reflejo al abrir lentamente mis ojos, lo busco con la mirada, deseando ver aquel hermoso rostro que me había acompañado y me había amado tan apasionadamente, pero él ya no estaba, me levanté extrañado a buscarlo, por el baño, la cocina, la sala, pero no estaba, ni su ropa, ni la mínima señal, de que en algún momento pudo haber existido.


No supe más de él, hasta hoy. Bajaba las escaleras del departamento dirigiéndome al trabajo y de pronto, en la vereda del frente, lo veo a él, a mi Yoochun, al hombre que me había hecho hermosamente feliz, pero que también me había causado la herida más profunda en el corazón. Vi como cruzaba la calle, como lentamente y con una sonrisa se acercaba a mí, sin embargo las gotas frías, comenzaban a hacerme recordar que seguía en la ducha, y el dolor no se había ido, solo estaba recordando y tontamente pensando que él podría volver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario